22 de mayo de 2012

Acentor alpino, su extraordinaria ecología reproductiva

El Acentor alpino (Prunella collaris) es un paseriforme de media y alta montaña, común en los Picos de Europa. Como las chovas piquigualdas, los acentores alpinos acostumbran a acercarse a los montañeros y excursionistas en busca de alimento, por lo que es un pájaro bastante conocido. Sin embargo, su ecología reproductora es tan desconocida para la gente en general como única y sorprendente entre las aves. El Grupo ibérico de Anillamiento, de León, anilló con anillas de colores 153 ejemplares en el Macizo Central de los Picos de Europa y ha realizado un seguimiento de los mismos desde el año 2003, acumulando 1454 observaciones hasta el año 2010. Sus resultados principales pueden leerse en el póster "Ecología reproductora del acentor alpino Prunella collaris en Picos de Europa".
Durante la época de cría forman grupos compuestos por 2-5 machos y 2-3 hembras en los que hay jerarquía. En los Picos de Europa se han visto machos marcados copulando con distintas hembras y a la inversa, confirmando también aquí su comportamiento reproductor poliginándrico. Son muy fieles a sus área de cría, ya que en un 98% de los adultos controlados (n=133) regresaron a la misma zona en la temporada siguiente. En general, es cada hembra reproductora la que selecciona el lugar donde construirá su nido, aunque en los Picos de Europa se comprobó que un macho colaboró en su construcción. Ubica el nido preferentemente bajo piedras o en pequeños agujeros o grietas de paredes rocosas con cierta cobertura vegetal, a una altura de unos 10 cm sobre el suelo y con una pendiente media de un 90%. Lo tapiza con hierbas y ramas finas. 
En función de su jerarquía, cada hembra recibe más o menos ayuda de los machos del grupo en las cebas de sus pollos. Las hembras de jerarquía inferior deben encargarse en solitario de las cebas, mientras que las de jerarquía superior reciben la ayuda de hasta cuatro machos. Sin embargo, el grado de participación de los machos en el aporte de comida a los pollos fue muy variable en los Picos de Europa, donde se siguieron 11 nidos de manera continua hasta sumar un mínimo de 30 cebas de autoría identificada. 2 de las 11 hembras tuvieron la ayuda de 4 machos, una de ellas tuvo la ayuda de 3 machos, otra tuvo la ayuda de 2 machos, 5 tuvieron la ayuda de un macho y 2 de ellas cebaron en solitario hasta sumar 66 cebas consecutivas (n=66). En uno de los nidos en los que colaboró en las cebas un único macho, este lo hizo en mayor grado que la hembra (un 51% frente a un 49%; n=87). En cambio, una de las 2 hembras que tuvo la colaboración de 4 machos, se encargó del 75% de las cebas (n=155) y la otra fue responsable del 53% y solo 2 de los 4 machos que colaboraron lo hicieron de manera significativa, ya que los otros 2 solo lo hicieron en una única ocasión (n=55).
El número más habitual de machos que intervienen en la ceba de los pollos es de uno (en 9 de los 18 con seguimiento continuo superior a las 3 horas). El otro 50% de los nidos tuvieron la colaboración de 0 machos (2 nidos), 2 machos (3 nidos), 3 machos (2 nidos) y 4 machos (2 nidos). Los pollos abandonaron el nido a los 8-12 días después de su nacimiento, que en los Picos de Europa se produce en dos periodos según el seguimiento de 36 puestas: un 27,5% entre el 11 y el 29 de junio y el 72,5% restante entre el 10 de julio y la primera semana de agosto. Con una muestra de 19 nidos inspeccionados, el número medio de pollos por nido fue de 2,74%, con una productividad media de 2 pollos volados en los 17 nidos controlados. 

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